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"DON CARLOS, por la diuina clemençia, Emperador semper augusto, Rey de Alemania, de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Çeçilias, de Iherusalen, de Nauarra, de Granada, de Toledo, de Valençia, de Galizia, de Mallorcas, de Seuilla, de Cerdeña, Córdoua, Córcega, de Murcia, de Jahén, de los Algarues, de Algezira, de Gibraltar, e de las yslas de Canaria, de las Yndias, yslas e tierra firme del mar océano, conde de Barcelona, señor de Vizcaya e de Molina, duque de Athenas e de Neopatria, conde de Ruysellón y de Cerdania, marqués de Oristán e de Goçiano, archiduque de Austria, duque de Borgoña e de Brauante, conde de Flandes e de Tirol, etcétera, .."

Historia

Al vasto imperio heradado por sus abuelos se extendía por Europa y el norte de África, y América Central. A estas posesiones, Carlos V sumó nuevos territorios conquistados durante su reinado, especialmente en las Américas. Los intereses de esta heterogénea colección de estados eran muy diversos y a veces divergentes. No había política económica común y los diferentes estados y posesiones tenían diversos grados de subordinación al poder imperial. Además, dada la extensión geográfica de su imperio, Carlos V tuvo que delegar el gobierno en virreyes, regentes y gobernadores, normalmente elegidos entre miembros de su familia.

Dos fueron las principales amenazas externas a la unidad de su imperio:

  1. La política expansionista del rey de Francia, Francisco I, y
  2. Los avances turcos por el Mediterráneo.

La rivalidad con Francia se concretó en la lucha por el control de Italia. El emperador se enfrentó a Francia en el curso de tres guerras (1521-1529, 1536-1538, 1539-1544); la primera, la más espectacular por producirse en ella la victoria de las tropas imperiales en Pavía (1525) —donde Francisco I cayó prisionero— y el saqueo de Roma en 1527. La situación italiana evolucionó poco a poco, en favor de los intereses españoles y culminó con la Paz de Crépy (1544) en la que Francisco I reconoció el dominio de Carlos V en Italia y los Países Bajos.

imperio otomanoLos esfuerzos de la lucha contra los turcos se concentraron en el Mediterráneo occidental, contra la piratería berberisca, sin llegar nunca a inquietar el centro del poder otomano. Solimán atacó por tierra, avanzó a través de Hungría y se presentó ante las puertas de Viena (1529). La ofensiva terrestre turca pudo ser detenida, al mismo tiempo se produjo la emancipación definitiva de Argel, desde donde el pirata Barbarroja hostigaría de manera constante los territorios cristianos llegando incluso a las costas españolas. Esta situación se alivió parcialmente con la conquista de Túnez (1535), en la que participó personalmente Carlos V, pero la superioridad turca en la región siguió siendo incuestionable.

Además de los conflictos con Francia y el Imperio Otomano, Carlos V tuvo una relación hostil con Inglaterra, debido al deseo de Enrique VIII de anular su matrimonio con Catalina de Aragón, tía de Carlos. Ante la negativa del Papa a conceder la anulación, Inglaterra se separaba de la Iglesia católica y Enrique VIII se autoproclamaba "cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra."

Dentro de su propio imperio, Carlos V se enfrentó a la rebelión de los príncipes alemanes que abrazaron la doctrina protestante iniciada por Lutero en 1517. Además de suponer un obstáculo a su ideal de convertirse en defensor universal de la cristiandad, la reforma protestante era una amenaza para el poder imperial porque fomentabala emancipación territorial de la nobleza alemana y su enriquecimiento gracias a la secularización de los bienes eclesiásticos. Carlos V intentó durante una década asumir una posición conciliatoria, inspirada en Erasmo, entre Lutero —condenado por la dieta de Worms (1521)— y el Papá. Su esfuerzo, materializado en la dieta de Augsburgo (1530), en la que efectuó pequeñas concesiones a los protestantes, no fructificó y, en 1531, estalló la guerra entre los protestantes, organizados en la Liga de Smalkalda (1531), y el bando católico encabezado por el propio emperador. La victoria de la infanteria española en Mülberg sólo serviría para crear un pequeño paréntesis en esta lucha, que culminó con la Paz de Augsburgo (1554). Con este tratado, también conocido como "la paz de las religiones" se permitía la división del Imperio en dos confesiones cristianas-católica y protestante-y se concedía el derecho a los príncipes alemanes a elegir qué confesión practicar en sus estados.

Concilio de Trento

Referencias:

http://mgar.net/var/carlosv.htm